En una entrevista aparecida en un periódico español, realizada al prestigioso psiquiatra Luís Rojas
Marcos, habló de los olvidos de la memoria.
Creemos, que para saber, hay que recordar cuanto más mejor; nos
obsesionamos en querer demostrar tener buena memoria y normalmente ansiamos
guardar cualquier tipo de recuerdo, aunque su calidad deje mucho que desear.
La memoria no es más que un gran
almacén de experiencias, tanto positivas como negativas que nuestra mente se
encarga de gestionar.
Unos comentarios que hizo el entrevistado me llamaron poderosamente la
atención.
Dijo el profesor Rojas Marcos: “Olvidar es otra función de la memoria que
protege nuestra satisfacción con la vida. Olvidarnos de las experiencias
dolorosas nos facilita la paz interior, nos anima a pasar página y nos permite
perdonar, hacer las paces, liberarnos. La memoria imborrable es realmente una
maldición. Conclusión: para ser felices, olvidar es tan importante como
recordar”.
En otra ocasión hablaremos de técnicas como el Ho’oponopono, que entre
otras cosas, facilita procedimientos para el borrado de la memoria, pero hoy, tan
solo quiero adelantar, que los trabajos que está iniciando CANAL RELACIONAL
sobre las actitudes y los sentimientos positivos nunca van a pretender ignorar,
ni mucho menos menospreciar, los recuerdos, porque éstos sean negativos, sino
que vamos a dedicar nuestros esfuerzos a lograr equilibrar estas dos energías:
positiva-negativa, pues las dos son igual de necesarias e imprescindibles para
lograr un provechoso aprendizaje en nuestro paso por este mundo.
Nuestra memoria es la responsable de lo que podríamos llamar la gestión de
stocks de nuestros conocimientos, a base de almacenar nuestras experiencias;
entonces: ¡cuidado con lo que guardamos!
Es necesario disponer en ella de cosas negativas, que nos sirvan de
experiencia, para no volver a cometer los mismos errores cuando nos encontremos
ante situaciones similares a las que causaron el hecho almacenado, pero hay que actuar con mucha cautela y tener sólo
la cantidad justa y necesaria, y sobre todo, que no nos pille la vida con una
rotura o falta de estos stocks de elementos positivos, o sea sin material en
la memoria que nos permita recordar de forma sencilla cómo se expresa una
sonrisa, cómo se transmite un agradecimiento o de qué manera se puede ser
solidario.
Y ahora, si tienes oportunidad, cierra los ojos unos treinta segundos e
intenta borrar, o al menos bajar la intensidad de esta experiencia negativa que
ya pasó y que no merece que ocupe tanto espacio en tu mente.
Y aprovecha, ahora que tienes la puerta del almacén abierta, para buscar un
rinconcito, e introducir en él la máxima cantidad que puedas ubicar de estos
tres sentimientos que te envío de todo corazón:
Gracias. Salud y Paz