lunes, 1 de julio de 2013

POSITIVO 2.30 – EL HOMBRE Y LA MUJER INVISIBLES



¿Quién no ha soñado alguna vez con ser invisible?

Cuántas fantasías habrá sido capaz de producir esa posibilidad y que algunos emprendedores, nos hubiéramos conformado incluso, con llegar a ser sólo parcialmente invisibles.

Claro. ¡Ahí está! ¡Acabo de hacer un gran descubrimiento: Todos nosotros tenemos una gran parte de nuestro ser completamente invisible!

¿Quién soy yo? Una serie de órganos vitales y no vitales visibles, que forman un conjunto con vida propia, al que conocemos vulgarmente como cuerpo humano. ¿Sólo eso? Pues no. Yo soy algo más. Yo soy poseedor de una cantidad casi infinita de elementos invisibles y que no voy a llamar alma, pues para mí el alma es un ente, al que considero demasiado importante para tratarlo desde mis humildes conocimientos.

Igual que en el cuerpo las propiedades de nuestros los órganos nos dan unas características: ojos bonitos, gran nariz, potente voz, estatura mediana, etc. nuestros elementos invisibles también sirven para definirnos, y al igual que en los visibles, su predominio o su ausencia y su bondad o su perfidia permiten que, aunque a veces injustamente, seamos catalogados por ellos.

Cuidamos nuestro cuerpo (nuestra parte visible); lo aseamos, hacemos ejercicio, tenemos en cuenta la estética, intentamos disimular el paso de los años, lo vestimos (con más o menos gusto), pero, ¿y la parte de nuestro cuerpo invisible? ¿Cuántas flexiones diarias hacemos con nuestro amor, nuestra fuerza de voluntad, nuestra inteligencia, etc.? ¿Hacemos nadar mucho a nuestra humildad, caridad, templanza, etc.? ¿Intentamos disimular nuestra soberbia, envidia, mal humor, etc.? ¿Vestimos (para tapar las vergüenzas) nuestra lascivia, pereza, miedo, etc.?

Queda demostrado así, que  nuestro cuerpo visible es un ser infinitamente pequeño ante la grandiosidad de nuestro cuerpo invisible, que nunca logrará materializarse, pues no habría espacio suficiente entonces, en este mundo, para albergar a toda la humanidad.

Y ahora, si tienes oportunidad, cierra los ojos unos treinta segundos y piensa brevemente en alguno de tus elementos invisibles. No importa si los que te vienen a la mente son positivos o negativos; lo que sí es fundamental es que, ahora mismo, si son de los primeros, te hagas el propósito de potenciarlos y si son de los segundos procures maquillarlos para que no se te noten.

Gracias. Salud y Paz

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