Estamos plagados de dicotomías. Parece que todo tenga que tener su
contrario, su opuesto; que la vida sea un conjunto de equilibrios, o mejor
dicho de desequilibrios.
Acostumbramos a movernos entre: arriba-abajo, cerca-lejos,
izquierda-derecha, positivo-negativo, etc., etc…
Hay quien intenta superar esta situación aplicando los superlativos
diciendo: Yo no estoy entre bueno y malo, porque sencillamente “soy el mejor”.
Allá él.
Quizá no tenga ADN de líder (cómo han cambiado los tiempos, antes siempre
había dicho: madera) y por ello siempre me ha gustado el equilibrio y formar
parte de la normalidad, pero ¿qué es la normalidad?
Por ejemplo hubo una época nos preocupábamos más por la moda, y lo era llevar
la corbata ancha o los pantalones acampanados, yo los llevaba, y era feliz
porque me consideraba “normal”. Hasta que venía alguien que decía que lo
“normal” era llevar los pantalones de tubo y la corbata lo más estrecha
posible.
De la noche a la mañana, una persona “normal” como yo se había convertido
en un bicho raro, en el hazmerreír de los que ya habían cambiado su vestimenta
y eran “los normales”.
Entiendo que no pueda haber día si no hay noche, entiendo que en algunos
avatares de la vida tenga que existir competencia, como en el caso del deporte
donde se precisa un rival con quien competir, pero considero que hay temas en
que las personas todas deberíamos estar del mismo lado, pues aun aceptando la
dualidad del concepto, la posición personal debería ser unívocamente la misma,
por ejemplo en el caso de la honradez; debe existir lógicamente su antónimo:
corrupción, pero las personas “todas” deberíamos estar del lado de la primera.
Los que me conocen saben que estoy trabajando en la preparación de un
proyecto sobre la energía positiva dedicado a “toda” la humanidad, porque
¿puede haber alguien que no esté dispuesto a ceder parte de la suya en beneficio
de los demás o del mismo modo quien no la pueda precisar alguna vez?
Tengo asumido que no puedes hacer
nada que guste a todo el mundo, que siempre habrán detractores, pero…¿y si no
fuera cierto?
Y ahora, si tienes treinta segundos analiza algunos de tus sentimientos que
se haya desplazado un poco hacia allí donde no deberían estar y haz que
recuperen su “normalidad”, considerando como tal aquella que te hace sentir
bien y evidentemente sin causar ningún perjuicio a los demás.
Gracias. Salud y Paz
Jordi Estapé
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